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DEL 25 AL 28 DE OCTUBRE DE 2012 EN MATADERO MADRID


    Este año A del Arte participa en Estampa, la feria de arte múltiple más importante de Europa, compartiendo stand con el Consorcio Goya – Fuendetodos, con quien nos une una relación de colaboración desde hace años.


    Presentamos a los artistas aragoneses:


    Ricardo Calero, cuya caja-libro Los pasos…, de Fuendetodos, presentada ya en nuestra galería, se mostrará en la feria junto con monotipos de las pruebas del grabado especial, que realizó el artista el 30 de marzo de 2010 en Fuendetodos.  La caja-libro es el testimonio de esa acción: fotografías, grabados, textos e imágenes en CD sintetizan el proceso.


    Antonio Saura, que da nombre al Taller de grabado de Fuendetodos, realizó para la Fundación una carpeta de cinco litografías en el año 1996, titulada Aun aprendo, además de otras colaboraciones.  De él presentamos obra diversa: desde una litografía, Crucifixión, hasta la serie de los Portraits o el libro El arte de birlibirloque y un ejemplar de la propia carpeta.


    Lina Vila participa con  una serie de litografías sobre planchas de aluminio fotosensibles, realizadas en este año 2012.  El tema de la vanitas se desarrolla en dos series en las que aparecen imágenes de cráneos, mariposas, libélulas y flores, expresiones de la belleza, del dolor y de la pérdida.


    Además se podrá ver en nuestro stand obra de otros importantes artistas aragoneses: Eva Armisén, Natalio Bayo, José Beulas, José Manuel Broto, Ignacio Fortún, Charo Pradas y Alicia Vela; y de artistas como: Antoni Clavé, Eduardo Chillida, Xavier Grau, Josep Guinovart, Antoni Tàpies y Manolo Valdés.

© 2014 Galería A del Arte

Calle Fita nº19,  local. 50005 Zaragoza +34 976 221 757


 

LOS PASOS…, de Fuendetodos. RICARDO CALERO

Esta caja-libro reúne y sintetiza mediante dos grabados, seis fotografías, tres láminas y un CD, la esencia de la acción-intervención titulada LOS PASOS…, de la Casa al Museo, que el artista Ricardo Calero realizó en Fuendetodos  el 30 de marzo de 2010, con motivo de la conmemoración del 264 aniversario del nacimiento de Francisco de Goya.

La acción consistió en la realización de un grabado especial que nos “habla” de la memoria, de sus huellas, del transcurrir del tiempo y de la historia del lugar, Fuendetodos, esa memoria que guardan sus piedras y trozos de cemento y que queda recogida en el suelo de la calle más transitada, que une la Casa Natal de Goya con el actual Museo del
Grabado.

El suelo de esa calle que Goya pisaría de niño, donde dio los primeros pasos por el pueblo que le vio nacer, con sus piedras, erosiones, parches y grietas, ese mismo suelo en el que también y a lo largo de estos siglos tantos historiadores, estudiosos de Goya, artistas y amantes del arte han dejado sus huellas.

Esa superficie tantas veces transitada, erosionada por el caminar de los visitantes, fue la que sirvió de “plancha-matriz” sobre la que se realizó un grabado excepcional de 114 metros de largo por 1,15 de ancho, en una sola pieza sobre papel fabricado especialmente por la casa Hahnemühle de Alemania, mediante la técnica clásica del gofrado y con la incorporación de una tinta especial: agualluvia pigmentada de piedra caracoleña, y en el que colaboraron los vecinos más ancianos del lugar, así como otros artistas y amantes del arte que se desplazaron de propio para participar en el evento, que concluyó con el paso del “tórculo”, una apisonadora de ocho toneladas, que completaría todo el proceso.

Por tanto esta caja-libro es ahora el testimonio de esa acción.
Fotografías, grabados, textos e imágenes en CD sintetizan el proceso.
Un grabado especial –tríptico-monotipo- realizado con el mismo concepto, técnica y procedimiento, sobre la plancha-matriz del suelo de la entrada a la casa natal de Goya,  recoge el espíritu de esas “pulsiones de vida”en torno al genio de Fuendetodos.

Edición de 50 ejemplares
Firmados y numerados del 1/50 a 50/50 más 4 PA y 3 HC

LINA VILA. Saber de duelo

¿Cómo enfrentar estas escenas de duelo?

El dolor late en las imágenes; sin concesión. No están hechas para provocar ensoñaciones sino para apuntalar el tiempo que las congela. Y aunque se presenten agrupadas componiendo una narración infinita, aparecieron súbitamente, como una mariposa errática que al decir del poeta Francis Ponge "no se posa más que al azar de su carrera, o algo así". No existe por tanto voluntad de contar una historia, por mucho que nos empeñemos, ni menos todavía propósito de buscar abrigo en el arte, capacitado exclusivamente, según lo entiende Lina Vila, para enunciar. Y ahí se queda todo. Algo parecido creyó José Luis Brea cuando manifestó la insuficiencia del arte para responder al tremendo encargo de traslucir el mundo, de resolver en la producción de la forma el problema del claroscuro de la vida.

La imagen de un cráneo de oscuras cavidades señala el lugar de la muerte en el espacio vacío de varias estampas, apenas con escasas variaciones que afectan a la presencia de mariposas y de flores, partícipes unas y otras de lo que John Berger denominó "campo de bodegón", o zona de comunicación somática entre los objetos que están siendo pintados y quien los pinta. Cuenta Georges Didi-Huberman en su ensayo La imagen mariposa que cuando Talbot quiso fijar en sus calotipos la imagen tan frágil de las mariposas no supo qué era mejor, si verlas en positivo o en negativo, en versión diurna o en versión nocturna. Lina Vila resuelve posibles dudas utilizando planchas de aluminio fotosensibles que obligan a trabajar en la oscuridad, casi "a tientas", antes de exponerlas durante un tiempo muy controlado a luz del sol, que provoca la aparición de la imagen y asegura su supervivencia. Y la naturaleza se prolonga en las flores.

Envuelta en sedas ligeras la bailarina Loïe Fuller batió las alas, plegándolas, desplegándolas y replegándolas en un latido rítmico que anhelaba dar respuesta a la paradoja de la forma y de lo informe contenida en la metamorfosis; buscaba así, escribe Didi-Huberman, aparecer como una falena, esa mariposa nocturna que es criatura de paso y del deseo, del movimiento y del consumo.

El resto de las litografías de Lina Vila perseveran en el tránsito de las imágenes. Un corazón anida solitario en una estampa. En otra, la imagen es una mancha informe de múltiples pliegues que se abren como las alas de una mariposa o los pétalos de una flor, desvelando el interior de su naturaleza muscular. Y la metamorfosis continúa cuando lo informe vuelve a cobrar forma en la escena de mariposas y libélulas, testigos luctuosos, compartiendo un jardín de flores, expresión de la belleza, del dolor y de la pérdida.

Para no sucumbir en el estupor que acompaña al quebranto de la muerte construimos un relato que en realidad no es tal. Al menos no para Lina Vila, ajena a nostalgias y melancolías.

Chus Tudelilla