EntradaENTRADA.html
ArtistasARTISTAS.html
Exposición
actualEXPOSICION_ACTUAL.html
Trayectoria
exposiciones anterioresTRAYECTORIA_GALERIA.html
NoticiasNOTICIAS.html
Obra 
gráficaOBRA_GRAFICA.html
ContactoCONTACTO.html

gonzalo tena


    Mucho del trabajo último de Gonzalo Tena ha sido un idilio con las palabras. Ha utilizado como cantera verbal extrañas e impresionantes construcciones literarias, de dimensiones y dificultades disuasorias para un lector perezoso. Gertrude Stein fue su filón durante muchos años. Lo fueron luego los Diarios de Léon Bloy. En esta nueva exposición, el material que se explota procede de tres orígenes, y de un tiempo muy especial, el de los confines dieciochescos del Barroco, que es el momento en que la maquinaria que inventara Guttenberg produjo, en su larga digestión de boa constrictor, un inaudito maremágnum de papel impreso.


    Con la vieja traducción de  Mor de Fuentes de la Historia de la decadencia y ruina del Imperio Romano de Gibbon, Gonzalo Tena realiza un sutil collage plástico‑literario. Se trata de un corta y pega de ese laberinto impreso, que consigue enredarlo mucho más. En el texto que va mecanografiando a lo largo de treintaitantas páginas, sólo se conservan dos comas, que enmarcan una apostilla inicial, y un solo punto, que es el final. Este hecho de mecanografiar, como el de dibujar, al que debe asimilarse, es un ejercicio artístico en tanto que obsoleto y fuera de su tiempo.


    La serie alquímica ilustra un diccionario como el de Dom Pernety. En estas fascinantes y laberínticas pinturas, de pequeño formato pero densa trama, cada pieza ilustra y oculta un término. Parte del juego es descubrirlo. La vasija es uno de ellos. La vasija secreta de los filósofos es su agua, o mercurio, nos aclara, confundiéndonos, Pernety, y no el vaso de vidrio que contiene la materia. Esta posibilidad de transfiguración de las palabras, la traduce Tena al terreno plástico, jugando con unos códigos que recuerdan al de la pintura de los locos, a cierto Art Brut, al arte de los surrealistas.


    Tena encuentra en la Alquimia una deslumbrante construcción verbal. Un padre de la ciencia moderna como Isaac Newton se quemó las pestañas con el mercurio alquímico y sufrió el hechizo del léxico hermético. Estas palabras que se suceden en los textos del Newton esotérico van escribiéndose y tachándose en una serie de cartulinas que Gonzalo Tena ha ido produciendo y amontonando con su proverbial tozudez. Una palabra en el centro, el borrón que la oculta y dos círculos de color custodiándola. Para un pintor, Newton será, sobre todo, el autor de la Óptica. A eso aluden los dos círculos. La palabra tachada habla del contenido mítico que la pintura esconde.


    La serie Swedenborg materializa una dualidad. El infierno no es un castigo, sino una elección. El amor propio y la arrogancia son amores desacertados, descarriados, pero amores, en cualquier caso, que conducen a vivir, por propio gusto, en el infierno. Recordemos que también existe el inferno del estilo. Estas obras de Gonzalo Tena, de fuerte gestualidad, están pintadas con las manos. Con la mano derecha una mitad, con la mano izquierda, la otra. Dos movimientos que se encuentran en el centro, en una bisectriz. Mano derecha y mano izquierda. Cielo o Infierno. Esta relación tan inmediata con el pigmento resucita, en cierto modo, la forma de pintar de Tena en los setenta.


magnes

6 de septiembre  - 5 de octubre 2012

© 2014 Galería A del Arte

Calle Fita nº19,  local. 50005 Zaragoza +34 976 221 757