paco garcía barcos y
stive gibson
paco garcía barcos y
stive gibson
Paco García Barcos y Steve Gibson, se han acercado, desde órbitas distintas pero complementarias, a un cuento de hadas tan famoso como ‘El flautista de Hamelín’, recogido y divulgado por los hermanos Grimm, y basado en un hecho más o menos legendario que había sucedido hacia 1284. Paco y Steve han sumado obsesiones y propuestas para realizar un proyecto marcado por la originalidad y la hondura, e inscrito claramente en su mundo creativo, que se presenta en la galería A del Arte: Paco abunda en el collage, en la técnica mixta, en el libro de artista y esa poética suya tan peculiar, donde se mezclan la acumulación y la fábula, la conseja y el misterio. Steve opta por algo que maneja muy bien: la escultura en cartón, el retrato de perfil enérgico y cierta atmósfera de sueño turbulento.
Paco ha desarrollado ese cuento de la música, de la aparición y de la desaparición a su modo: con dos libros de artista, tan particulares de él y, además, ha creado climas: cuadros collages, cuadros en técnica mixta, formas exuberantes de color y forma, de materia y criaturas y estados de ánimo, que tienen algo de selvas encantadas, con profundidad y misterio.
En esta muestra hay, no podía ser de otro modo, letras de colores, un amasijo de palabras, un torbellino de cuentos visuales. En esta obra, límpida y muy rica en contenido y en metáforas, está Paco García Barcos en toda su plenitud: el creador de simbologías y de estructuras, el hombre que tiene alma de novelista que pastorea y alimenta a un sinfín de personajes; uno de ellos, por cierto, es un payaso. Un payaso cabezón que reaparece en los cuadros y entre la paleta de colores de las distintas letras.
Steve Gibson es un artista del cuerpo. Desde hace unos años trabaja la figura a tamaño natural y logra una obra impactante, tan precisa como bravía. Trabaja con el cutter: levanta la última víscera del cartón, el resquicio definitivo, y con él logra verdad, emoción, pálpito y estremecimiento. Aquí vuelve a suceder igual.
A Steve Gibson le llaman poderosamente la atención dos matices: la inocencia de los niños, vapuleada y agredida por los adultos, y ese niño extraviado, solo, sin destino. Esta doble percepción explica su intervención plástica y sus figuras: los niños perdidos avanzan hacia la región del enigma y de la desesperación. Y en dirección opuesta va uno de sus compañeros: el niño perdido y solo. Las piezas tienen magia, por supuesto, sensación de autenticidad, energía; parecen los actores de una representación sombría, la escena de un espejismo.
Las obras de Paco García Barcos y Steve Gibson se enriquecen mutuamente. Se ensanchan, se adensan. Convergen. Este es, claramente, un proyecto polisémico de aliento universal: literario y mítico a la vez, vinculado a los cuentos de encantamientos, a las narraciones fantásticas, pero es ante todo un ejercicio plástico. Rotundo, hermoso y envolvente.
No se preocupen: también aquí se deslíe una melodía inefable. ¡Déjense llevar hacia el claro del bosque!
el flautista de hamelín
23 de marzo - 20 de abril 2012
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