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Pedro bericat/ ricardo calero/ luis marco


Nota de prensa


    Pedro Bericat, Ricardo Calero y Luis Marco son tres personajes clave en la escena artística zaragozana desde los ochenta. Personajes a quienes mantiene vivos y vigentes su propia independencia. Su existencia ha salvado a la ciudad del convencionalismo. Entre ellos se han establecido, además, complicidades varias. Les une el compromiso total con un arte ajeno a componendas o tópicos, que contamina la vida y elude las fronteras donde se le quiere recluir.


    La galería A del Arte los une en una colectiva que se inaugurará el día de San Valentín. La elección de tal fecha no es casual. El concepto de la creatividad que manejan estos artistas rebasa su propio ego. Existe en ellos una clara vocación de servicio y de escucha. Una vocación de entrega. Uno de los temas que comparten es el de la huella, el del trabajo artístico como recepción.


    Lo que se propone en este proyecto va más allá de la pura presentación de materiales plásticos. La galería plantea un calendario de eventos paralelo a la exposición. Se tratará de acciones protagonizadas por los tres artistas. Y, evidentemente, por el público que asista a ellas.

 

Introducción crítica - LAS FLECHAS DEL AMOR


    En Imágenes Simbólicas, Gombrich arranca con el análisis de la escultura más popular de Londres, el Eros de Piccadilly Circus, creado por Albert Gilbert a finales del XIX. La conclusión del iconólogo es que los monumentos tienen, como función, poner en duda las inscripciones que los acompañan y discrepar de los discursos de quienes los inauguraron. Este Eros no pretendía, al parecer, ser un símbolo del amor erótico sino de la filantropía, haciendo honor al esforzado Lord Shaftesbury. Algunos piensan que ilustra un juego de palabras: buried shaft, dardo enterrado, pues la flecha que acaba de salir del arco del dios lleva camino de hundirse en el barro. Esta versión cínica, que el autor de la escultura descartaba como broma, hablaría de un fracaso de la caridad ciega, y haría juego con la desazón de Paco Rabal en Viridiana, al ver otro perro arrastrado por otro carro.


    La exposición de Bericat, Calero y Marco se inaugura el día de San Valentín. El Amor no es el asunto del que trata, pero sirve como símbolo de las cosas que aquí suceden o sucederán. Y lo que simboliza el Amor, en primer término, es el pegamento de complicidad que ha reunido a los tres artistas. Esta reunión propiciada por A del Arte es digna de ser celebrada. No me cabe duda, a mí en particular, de que estos tres son los tres personajes más interesantes de la escena artística zaragozana.


    Resulta fácil resumir a Pedro Bericat. Diré que es inapresable. No obstante, se le debe incluir en algunas listas: pionero del mail‑art, artista sonoro, performer, escritor experimental… Bericat conversa mística y cabalísticamente con Ibn Arabí y Abulafia. Hace de la etimología un ejercicio subversivo. A su actividad literaria la podríamos llamar arte verbal y tipográfico. Una de las cosas que se producirán en A del Arte es la presentación de una publicación recopilatoria que suma inéditos a sus inefables textos de los ochenta y noventa: Respiración (Condena a la felicidad), editada por el S.T.I. (Sindicato de Trabajadores Imaginarios). En la galería se verá un tipo de trabajo en el que ha insistido a lo largo de su carrera, y que relaciona arte sonoro y objetual. Los viejos soportes de la información sonora se fosilizan, con su intervención, traspasando sus códigos (microsurcos) a un material alternativo y elástico. Las portadas de los discos se ven crucificadas en la pared (y en el tiempo).


    Ricardo Calero fue, junto a Bericat, pionero del arte de acción en la Zaragoza de los ochenta. Su trabajo no ha hecho sino crecer desde entonces, manteniéndose fiel a sí mismo pese a la variedad de registros, procedimientos y ámbitos. Su primer ‘horadado’, por ejemplo, se presentó en 1988, en el contexto de una colectiva, pero se puede trazar un recorrido de esta práctica desde entonces hasta hoy mismo. Lo que en su momento fue una exploración del tiempo y del espacio, hurgando en las paredes de ese modo apenas perceptible, ha terminado por incorporar una idea de búsqueda, del logro de una luz que fuera conocimiento y solidaridad.

Del recuento de estas acciones se va a hablar en A del Arte, pero también del concepto extendido de grabado, idea directriz de muchos de los trabajos de Calero, argumento de su memorable exposición de 2010 en el Paraninfo zaragozano. Como ejemplo de tales prácticas, se tendrá un testimonio de su reciente proyecto para Fuendetodos, un grabado que siguió los pasos de Goya y de cuantos han peregrinado a su casa natal, donde la matriz fue la propia calle y el acto de grabar fue hacer material una memoria.


    Si Ricardo Calero ha sido uno de los escultores más fieles a su disciplina pese su aparente heterodoxia, Luis Marco es un pintor excepcional. Y también lo es por ser algo más que un pintor. Incluso cuando lo ha sido de una forma más obvia, haciendo uso del bastidor como soporte, su técnica no ha sido nada obvia. Sus medios no corresponden a los de un pintor al uso, pues siempre ha establecido una distancia. Sus estarcidos, que trasladaban sobre la pared una trama de puntos, rehabilitaron un uso habitual de los pintores de frescos, pero, sobre todo, plantearon un diferimiento entre el diseño (o ideación) y la confección misma, que hacía de la imagen un fantasma, una idea o sombra. Durante los últimos años, el enigma de los otros ha fascinado a Luis Marco. En un inicio, fue el misterio de alguien muy próximo, que, al enfermar, le desconcertó con dibujos tan raros como bellos. Esta es la base del proyecto Yo soy, que ha tenido diversos avatares desde que se presentara en la Escuela de Artes de Zaragoza. Este tiempo ha estado marcado, para el artista, por esta idea, la de meterse en piel o memoria ajena, que propició también el proyecto videográfico Memoria Compartida, donde unos personajes heredaban las palabras de otros.


    Luis Marco, Ricardo Calero y Pedro Bericat han compartido la creación de un objeto, producido para el evento por A del Arte. Sus nombres se distribuyen alrededor de la carátula de un viejo single: Las flechas del Amor de Richard Anthony. Volvemos con ello al principio, al carcaj de Eros. Un asunto que los une a los tres es el haber sido atravesados. Este camino de la flecha hiriente es un camino de silencio y una huella. De algún modo, los tres artistas son de la congregación de San Bruno y han hecho voto de un silencio paradójico. Marca ‘registrada’ de Pedro Bericat y de Luis Marco es ‘mutesound’, sin ir más lejos.  La huella o la fosilización es algo que comparten muy especialmente en los contenidos de esta colectiva. Registro y traducción material del sonido en Bericat; concepto extendido del grabado y búsqueda de la memoria física en Calero; herencia y copia, apropiación vivida en tanto en cuanto transcrita trabajosamente en Luis Marco.


    Esta exposición, por otro lado, se va entender como algo vivo, y tendrán cabida en ella acciones que desarrollarán los tres artistas. Como diría Gombrich, los tres se encargarán de desdecir adecuadamente lo que se ha podido escribir en esta nota.

 

Alejandro J. Ratia. Zaragoza, febrero de 2012


14 de febrero  - 16 de marzo 2012

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